domingo, 7 de octubre de 2012

EL REALISMO DE LUKÁCS Y LA TEORÍA DE LA NOVELA DE MARIO VARGAS LLOSA


La negación a priori del socialismo es un
obstáculo para la descripción  realista de la realidad.
Lukács

Mario Vargas Llosa (MVLl) en su juventud se identifica con los movimientos de izquierda en la Universidad San Marcos que lo lleva a militar en Cahuide, “nombre con el que trataba de reconstruirse en la clandestinidad el Partido Comunista”[1]. Alrededor de 1953, y por esta misma época, o un año después lee ¿Qué es la literatura? de Sartre, y se identifica con el compromiso sartreano. En 1959 elogia la Revolución Cubana, visita la isla, como periodista, y publica artículos sobre Cuba. Estos artículos están llenos de esperanza hacia la revolución, de armonía en los bellos ideales y entrega de los cubanos a la lucha.
Pero la ilusión socialista dura poco en Vargas Llosa. En el año 1971, con el caso Padilla, rompe formalmente con el gobierno revolucionario de Cuba. Aunque, aún se identifica con los ideales primigenios que llevaron a Fidel al poder. Pero años antes, 1964, iría  desilusionándose del  compromiso sartreano y de él en particular. Cuando Sartre afirma en una entrevista: “He visto morir de hambre a unos niños. Frente a un niño que se muere, La náusea es algo sin valor”[2]. Vargas Llosa contradice esta afirmación al pronunciar que él no hubiera sido el mismo sin los libros de Sartre. Paulatinamente va alejándose de Sartre, y a la vez del socialismo para acercarse a Albert Camus y la política liberal que lo llevarían, en 1990, a ser candidato presidencial del Perú. Pero a la vez que modifica su ideología, cambia su teoría de la novela y su práctica novelística. Todo esto es un proceso lento que podemos rastrearlo en sus artículos compilados, cronológicamente, en Contra viento y marea,  y  su autobiografía El pez en el agua.
En su etapa socialista, en un artículo de 1964, “Los otros contra Sartre”[3], MVLl manifiesta que el escritor no sólo tiene un compromiso lícito con el lenguaje, sino también con la sociedad; y también afirmará que la creación literaria  tiene raíces sociales. Es decir, que el escritor auténtico escribe para una clase social determinada. Esta concepción ideológica también lo lleva a la literatura, y prueba de ello son sus primeras novelas.
“La idea que Vargas Llosa tiene del escritor y de su responsabilidad intelectual, es inconfundiblemente sartriana”[4]. Estás son las palabras de Oviedo al analizar la teoría y la realidad de la novela de Mario Vargas Llosa. Esta afirmación irá, más adelante, acompañada de la palabra “obsesión”, que quiere decir,  que antes que las convicciones, son las obsesiones las que guían al escritor[5]. Esta segunda afirmación nos lleva a ver, según Oviedo,  que “la obra nace por la exigencia de una angustia interior; esa angustia se sublima y se impone como una moral intelectual en el acto creador; esa moral determina una estética de pertinaz objetividad en el registro de la realidad humana y exterior”[6].
Oviedo también se percata, en los postulados teóricos de Vargas Llosa sobre la novela, la influencia de las novelas de caballería, específicamente, Tirant lo Blanc. De ahí toma la representación total; es decir, la novela  como totalidad. Otra influencia, siguiendo el texto de Oviedo,  es la de Flaubert, pues con él Vargas Llosa encontraría la teoría de la creación como realidad autónoma. El texto de Oviedo data del año 1970, años en que Vargas Llosa tiene simpatía por el socialismo y la Revolución Cubana. Pues otro texto, de David sobrevilla,  de 1991, veintiún años después, analiza dos teorías de la novela de Vargas Llosa. Según este último  texto, el autor de La ciudad y los perros,  se alejaría de su pasado izquierdista como consecuencia del caso Padilla. Y también de la guía ideológica de Sartre para aproximarse a la de Albert Camus[7].
Sobrevilla coincide con Oviedo en el concepto de libertad sartreana en la primera teoría de la novela de Vargas Llosa, así como también en la novela como totalidad, y la autonomía de la novela que proviene de Flaubert. Pero estás concepciones cambian a mediados de los años setenta abandonando la idea de la novela como totalidad; pues si antes la novela debía representar verbalmente la realidad en todos sus niveles, y debía abarcar toda la realidad[8], ahora sólo apunta a su autonomía: “la novela ya no representa más la realidad, sino que la distorsiona a partir de las obsesiones y creencias personales del novelista”[9] Otro aspecto, en la nueva teoría de la novela de MVLl, para Sobrevilla, radica en la concepción del arte en general, y específicamente de la novela, como una “mentira verdadera”. Finalmente, un tercer elemento, es que renuncia a “los consejos flaubertianos de la impersonalidad, imparcialidad e impasibilidad al momento de escribir”[10]. Pero estos nuevos postulados corresponden a la segunda teoría de la novela de Vargas Llosa, que no trabajaré acá.
Cotejando los textos de Oviedo y Sobrevilla percibimos, a parte de los puntos coincidentes, un aspecto que no es analizado por ambos críticos, aunque este último lo menciona, que consiste en la relación del  concepto de realismo, de la teoría de Lukács, en la primera teoría de la novela de Vargas Llosa.

TOTALIDAD

La propuesta realista de Lukács concibe la creación estética como homólogo de la realidad. Para lograr eso hace uso de la ideología, es decir, el marxismo se interpone como una interpretación esencialista entre la realidad y el texto literario. El realismo socialista de Lukács concibe que la obra de arte siempre dará, por fuerza, una sección o fragmento de la realidad, pero su propósito último será el que dicha sección no aparezca desgajada de la totalidad de la vida social. Este realismo será selectivo de la realidad, pero a la vez totalizador en la representación de lo social de la realidad.[11] Es decir, la literatura no es mimesis, sino que el autor la interpreta objetivamente para plasmarla en la literatura. Esta conceptualización está presente en MVLl al decir que la realidad es caótica y no tiene orden, pero que en la novela  se le da orden, y cuanto mayor sea la construcción de la novela mayor será la construcción del mundo que evoca[12].
Si la literatura es una forma particular de  reflejo de la realidad objetiva, no se trata de limitarse a reproducir lo que directamente aparece, sino de captar la realidad tal como efectivamente es[13]. Y una manera de captar la realidad tal como es, se  logra a través de la totalidad. Lukács dice que “si el escritor es verdaderamente realista entonces el problema de la totalidad objetiva de la realidad juega un papel decisivo, independientemente en absoluto de cómo el escritor la formule mentalmente”[14].
Esta totalidad se presenta en MVLl, pero cómo se manifiesta. Oviedo ve el afán totalizante de Vargas Llosa en la admiración que tiene por las novelas de caballería, específicamente, Tirant lo Blanc, en esta obra “ve, aprende, envidia, las posibilidades de una representación total de la realidad”[15]. Y Vargas Llosa dirá al respecto: “Martorell es el primer de esa estirpe de suplantadores de dios –Fielding, Balzac, Dickens, Flaubert, Tolstói, Joyce, Faulkner- que pretenden crear en sus novelas una “realidad total”, el más remoto caso de novelista todopoderoso, desinteresado, omnisciente y ubicuo.[16]
Para llegar a esa totalidad, Vargas Llosa busca agotar todo el material posible en la novela, explorar todos los rincones para presentar sus múltiples caras y brindar las posibilidades de variadas interpretaciones. Mas, Lukács y MVLl son conscientes que esta totalidad es imposible, pero se debe apuntar a ella para lograr mayor objetividad. Esta totalidad no sólo abarca lo conciente, sino también los sentimientos. El escritor realista, para Lukács, “sabe que pensamiento y sentimiento surgen del ser social, que las experiencias y las impresiones son partes de un complejo conjunto de la realidad”[17].  Por eso, el realismo de MVLl “incorpora a la descripción del mundo exterior, un buceo en zonas más oscuras pero no por eso menos reales: los sueños, las obsesiones, las fantasías, las imágenes cándidas o perversas que se aferran al ser, los delirios de la conciencia”[18]. En palabras de MVLl: “Una “novela total”. Novela de caballería, fantástica, histórica, militar, social, erótica, psicológica (…) Objeto verbal que comunica la misma impresión de pluralidad que lo real, es, como la realidad, acto y sueño, objetividad y subjetividad, razón y maravilla.[19]
Pensamiento y sentimiento permiten representar la realidad objetivamente, pero no sólo eso. Además, se requiere de un trabajo por parte del escritor para conocer y profundizar en la realidad social en la que está inmerso. Esta actitud lo encontramos en MVLl, quien considera que el autor debe ser un obrero más al momento de escribir, y Lukács dirá al respecto: “Y se requieren una ardua labor, un abandono y una superación de la inmediatez, un ponderar y medir todas las vivencias subjetivas de la realidad social –tanto del contenido como de la forma de las mismas-  y una profunda investigación de la realidad para descubrir y superar las influencias reaccionarias del mundo imperialista circundante.[20]
El contenido y la forma, requisitos que MVLl está practicando constantemente, pues en varias entrevistas manifiesta que está buscando diferentes técnicas, para plasmar la realidad, y  no repetir el modelo anterior. En este punto MVLl se relaciona y se aparta de Lukács. Al decir éste que  “esta monotonía [refiriéndose al montaje] es la consecuencia, necesaria de la renuncia al reflejo objetivo de la realidad, a la lucha artística por la plasmación de la multiplicidad y la unidad profusamente intrincados de las mediaciones y de su eliminación en las figuras”[21]. Lukács  da poca importancia a la técnica narrativa, aspecto que le van a criticar,  que lo veremos más adelante.
El escritor verdaderamente realista al trabajar con sus materiales subjetivos, tanto en la forma como en el contenido, escapando de la monotonía, logrará representar la realidad objetiva, y al lograrlo anticipa la ideología de la evolución social, es decir hace las veces de profeta. Pero no sólo eso, sino que creará tipos con “rasgos duraderos tales, que sean eficaces por largos periodos como tendencias objetivas de la evolución de la sociedad o, más aún, de la humanidad entera”[22]. Vargas Llosa plasma en sus novelas al “hombre en sus múltiples relaciones con la realidad”. Pensemos en La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en la Catedral. Todas ellas correspondientes a la  praxis  de su primera teoría de la novela.
Sin embrago, Lukács supeditará la forma al contenido, o más específicamente, la forma se relega a favor del contenido. Esto es lo que le criticarán Adorno y Brecht, y a la vez se distanciará MVLl de la teoría realista de Lukács.
Bertolt Brecht critica a los que sólo buscan la forma y se desentienden del contenido, y a los que postulan de modo viceversa, y termina diciendo: “frente a las exigencias siempre nuevas del medio ambiente social siempre cambiante, seguir aferrado a las viejas formas convencionales es también formalismo”[23]. Particularmente critica a Lukács por no valorar la forma, es decir la técnica: “las obras que no sacan páginas nuevas a la realidad, difícilmente son grandes obras realistas: ningún realista se contenta con ir repitiendo lo que ya se sabe: esto no demuestra relación viva alguna con la realidad”[24].
MVLl se aleja de la teoría realista de Lukács para acercase, en  este aspecto, a la definición de Brecht, pues éste propone que al surgir nuevos problemas se requieren nuevos métodos para la descripción. La interpretación de Nelson Osorio se asemeja a la de Brecht al hablar de la técnica narrativa, quien ve el afán de nuevas técnicas narrativas en MVLl: “En el novelista peruano, esta búsqueda de expresión de la realidad a varios niveles se encauza por la multiplicidad de recursos técnicos y de perspectivas dentro de la misma novela”[25]. Y toma como ejemplo La ciudad y los perros  donde se presentan tres  niveles de la realidad a través de los personajes.

COMPROMISO

La totalidad es inseparable del compromiso en un escritor realista. EL compromiso con la realidad social define el tipo de literatura que representará el escritor. Es decir, tomar una posición frente al mundo. MVLl toma una posición, como lo quiere Lukács, socialista.
Si MVLl sigue, en su primera etapa, el compromiso sartreano, en qué consiste esto. Para Sartre la escritura tiene un sentido, y éste puede ser fiel o contraproducente con lo planteado por el escritor (Lukács dirá, respecto a la totalidad objetiva, independiente de cómo el escritor la formule mentalmente). Y este sentido es reflejo de su entorno, de lo que está sucediendo en la sociedad en la cual el escritor está inmerso.  El escritor está  comprometido en su contexto así hable o calle, pero este compromiso es voluntario. Por eso, el escritor tiene un compromiso social al escribir, porque no puede desentenderse de su medio. Ya que la  misión del escritor es  “proporcionar a la sociedad una “conciencia inquieta” de sí misma, una conciencia que la arranque de la inmediatez y despierte la reflexión”[26]. De esta manera el escritor se une a lo eterno, porque “al tomar partido en la singularidad de nuestra época nos unimos finalmente a lo eterno y nuestra tarea de escritores consiste en hacer entrever los valores de eternidad que están implicados en esos debates sociales o políticos”[27]. Esta afirmación, a la cual MVLl se suscribe, está presente en Lukács al decir que el verdadero realista creará tipos con rasgos duraderos como tendencias objetivas de la evolución de la sociedad[28].
Pero ¿por qué surge el compromiso sartreano en Vargas Llosa? Porque  el escritor ha sido, es y siempre será un insatisfecho, y nadie que esté conforme con la realidad se propondría crear realidades verbales[29]. Para Lukács esta insatisfacción surgirá de: “La  experiencia vivida en la sociedad capitalista actual, provoque, especialmente en los intelectuales, sentimientos de angustia, de repugnancia, de perdición, de desconfianza hacia sí mismos y hacia los demás, de desprecio y autodesprecio, de desesperación, etc. (…) No se trata, pues, de preguntarnos ¿existe realmente todo esto en la realidad?, sino simplemente: ¿es ésta toda la realidad?[30]
Para  Lukács el escritor no puede tomar una posición respecto del objetivo de la vida humana sin tomar una posición respecto al socialismo, y Vargas Llosa, como buen realista, toma una posición a favor del socialismo, pero no dogmática. Esta posición le permitirá, como escritor, presentar la realidad. Y esta realidad debe ser plasmada objetivamente en un mundo capitalista. Lukács plantea que el capitalismo, en la superficie, se presenta como “desgarrado”. Las partes de la economía se independizan de modo objetivamente necesario. Y este desgarramiento, las partes, se reflejan en la conciencia de los individuos que viven en dicha sociedad, y por lo tanto también de los escritores y pensadores. Pero todas estas partes, pese a la independización objetivamente existente y necesaria, se manifiestan en su unidad y totalidad en la crisis. Crisis que tiene que ser representada objetivamente por el escritor. Ya que el escritor, como conciencia de la sociedad, es el intérprete cuya base ideológica, el marxismo, se interpone como una interpretación esencialista entre la realidad y el texto literario[31]. De ahí que el autor realista para Lukács debe buscar la profundidad de plasmación de lo que representa verdaderamente un fenómeno por él escrito, y darse cuenta de ello desde el punto de vista creador. Por lo tanto es importante la actitud del escritor hacia el mundo para plasmar la realidad, y de esta exteriorización surgirá una universalización tanto del sujeto como del objeto, por lo tanto el escritor habla del destino de la humanidad.

AUTONOMÍA

La totalidad, el compromiso y, finalmente, la autonomía de la novela son aspectos importantes en la teoría de la novela de Vargas Llosa. Aspectos que están muy relacionados. Que al hablar de la objetividad del narrador de no dar opiniones, agregados que defina el fenómeno a través de la intromisión del narrador. Es decir, la no intromisión de una voz,   se relaciona con lo que dice Lukács respecto a la representación de un fenómeno: “Se trata, pues del reconocimiento de la justa unidad dialéctica de fenómeno y esencia, es decir, de una representación artísticamente plasmada, y comunicativa de la “superficie”, que muestre plasmando, sin comentario apartado de fuera, la conexión  de esencia y fenómeno en la sección de vida representada”[32].
En Carta de batalla por Tirant lo Blanc MVLl manifiesta su concepción de la novela[33], pues para que la totalidad se dé, el narrador debe ser invisible, pero sobre todo ser neutral. No debe juzgar, sino que los personajes enjuicien  y valoren desde su propio punto de vista, pero no sólo eso, sino presentar todos los puntos de vista de los personajes y su escala de valores. En definitiva, el autor presenta y no pretende demostrar nada. En consecuencia, un requisito del novelista totalizador es su neutralidad, sin ella no  puede aspirar a plasmar objetivamente el mundo real. Si el narrador interviene, y el lector se da cuenta de esta voz que califica, que irrumpe, la ficción se cae, pues los personajes no tienen libertad, y el lector tampoco. Esta autonomía de la novela MVLL lo ve en  Tirant lo Blanc, y dirá que “la ficción como realidad autosuficiente, la desaparición del narrador del mundo narrado. La novela total es una representación de la realidad a condición de ser una creación autónoma, un objeto dotado de vida propia”[34]. Pero, para crear una novela total, se debe dar autonomía a la novela, y el primer requisito es que el autor sea imparcial, invisible frente a lo que ocurre en la ficción.
Para MVLl la técnica es tan importante como el contenido, y hasta se podría decir  que, contrario a Lukács, la forma  hace el contenido, y ésta se  supedita a ella. Para crear vida en la ficción el autor tiene  que dar orden y distribución de la materia que contará. Esta autonomía de la novela que  MVLl ve en Tirant lo Blanc, es donde encontramos mayor distanciamiento y contradicción  con las propuestas de Lukács; la realidad novelística requiere un distanciamiento de la realidad, cierta traición, que permite dar originalidad al no ser la realidad social, pero a la vez lo es porque toma de ella sus componentes, ya que “ la representación de la realidad total que puede dar una novela es ilusoria, un espejismo (…) representa la realidad porque tomó de ella todos los átomos que componen su ser, pero no es esa realidad. Su diferencia es su originalidad[35].
En este sentido se relaciona con Adorno, para quien el realismo no es reflejo de la realidad, sino que “la diferencia entre la realidad empírica y el arte expresa su contigüidad”[36]. Desde esta posición la realidad empírica no se presenta en la novela, porque su autonomía le permite construir su propia realidad como continuación de la realidad empírica.








[1] Vargas Llosa, Mario. El pez en el agua. Memorias, Colombia, Seix Barral, 1993, p. 339.
[2] Vargas Llosa, Mario. Contra viento y marea 1962-1982, Argentina, sudamericana/Planeta, 1984, p. 40.
[3] Contra viento y marea 1962-1982, Op. cit.
[4] Oviedo, José M. Mario Vargas Llosa. La   invención de una realidad, España, Barral Editores, 1970, p. 52.
[5] Ibíd., p. 54.
[6] Ibíd., p. 54.
[7] “La nueva teoría de la novela de Mario Vargas Llosa”, Cuadernos Hispanoamericanos, Nº 496, octubre de 1991, p. 59.
[8] Ibíd., p. 63.
[9] Ibíd., p. 64.
[10] Ibíd., p 68.
[11] Villanueva, Dario, Teorías del realismo literario, España, Espasa-Calpe, 1992, pp. 45-48.
[12] Osorio Tejada, Nelson. “La expresión de los niveles de la realidad en la narrativa de Vargas Llosa”, En: (Comp.) Giacoman, Helmy y F. y Oviedo, José M.,  Homenaje a Mario vargas Llosa, New Cork, Las Américas, 1972, p. 27
[13] Lukács, Georg.  “Se trata del realismo”, En: Problemas de realismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1966, p. 293.
[14] Ibíd., p. 293
[15] Op. cit., p. 58.
[16] Carta de batalla por Tirant lo Blanc, Argentina, Seix Barral, 1991, p. 11.

[17] “Se trata del realismo”, Op. cit., p. 296.
[18] Oviedo, José M. Op. cit., p. 59.
[19] Carta de batalla por Tirant lo Blanc Op. cit., p. 26.
[20] “Se trata del realismo”, Op. cit., p. 297.
[21] Ibíd., p. 304.
[22] Ibíd., p. 307.
[23] El compromiso en literatura y arte. Ediciones Península, España, 1984, pp. 211-212.

[24] Ibíd., p. 24.
[25] Art. cit., p. 29
[26] Altamirano, Carlos. Intelectuales. Notas de investigación, Argentina, Norma, 2007, 38.
[27] Sartre, Jean-Paul, ¿Qué es la literatura?, Argentina, Losada, 1990, p. 12.

[28] “Se trata del realismo”, Op. cit., p. 307.
[29] Oviedo, José M. Op. cit., p. 53.
[30] “Franz Kafka y Thomas Mann”, En: Significación actual del realismo crítico, México,  Era, 1963, p. 21.
[31] Villanueva, Dario. Op. cit., p. 48.
[32] “Se trata del realismo”, Op. cit., 294.
[33] En La orgía perpetua también está presente mucho de la teoría de la novela de Vargas Llosa.
[34] Ibíd., p. 30.                                          
[35] Ibíd., p. 33.
[36] “Lukács y el equívoco del realismo”, En: VV.AA., Polémica sobre el realismo, España, Ediciones Buenos Aires, 1982, p. 55.

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